domingo, 2 de febrero de 2025

EL CONCEPTO DE ‘RELIGIÓN’

 

PRESENTACIÓN

 

Este trabajo inédito, posiblemente fuera un material preparatorio para alguno de los seminarios que dictaría posteriormente. Era habitual que el profesor Balderrama tomara un tema, lo estudiara exhaustivamente y le diera forma de trabajo independiente, para aprovecharlo luego, o no, en estudios más amplios.

Este original se hallaba entre los “papeles” que María Victoria, su hija, encontró y que generosamente me facilitó. El tema de “qué decimos cuando hablamos de religión” aparece en sus reflexiones una y otra vez: el rigor por precisar el sentido que le damos a las palabras fue una constante en sus clases y en sus inteligentísimas e irónicas conversaciones que matizaban los encuentros en la sala de profesores.

Recuerdo una “pincelada” que lo ilustra: es por todos conocido que Balderrama era un gran fumador; en este momento del recuerdo atravesaba un período de salud un tanto agrietada: toses, fiebres, disfonía importante… Una colega que mucho lo apreciaba más allá de su saber inmenso, con sumo afecto y, al mismo tiempo, con tono de reproche fraternal, lo encaró con cierto énfasis: “Pero profesor, deje de fumar; el cigarrillo es causa de tantas enfermedades graves… Usted debe cuidarse”.  Balderrama, sorprendido por la inesperada intervención, silenció unos segundos apenas, esbozó una contenida sonrisa y le contestó, también con afecto fraternal: “Pues en ese caso, habrá que revisar el concepto de “causa”.

Supongo que con la misma naturalidad, para no dar por sentados los sobreentendidos conceptuales con que nos manejamos en el lenguaje cotidiano, en alguna oportunidad sintió que, para el desarrollo de alguno de sus seminarios, debía precisar la idea de “religión”, simplemente para “ponernos de acuerdo acerca de qué estamos hablando”. Y, creo con algún fundamento, que su resultado es el presente trabajo.

El original de este ensayo, relativamente breve, está dividido en dos partes:

 

I.                    El concepto de “religión”, que consta de 7 páginas tamaño oficio mecanografiadas a un espacio;

II.                 Apéndice I. Semántica etimológica de las designaciones de “religión”, cuyo cuerpo central consta de 5 páginas de igual formato, seguidas a su vez por

Notas al apéndice I, de tres páginas.

 

El desarrollo del tema, me parece, fue preparado en principio como un conjunto de puntuaciones reunidas en el Apéndice, que se usó, otra vez me parece, como material  para el tratamiento central del tema en El concepto de “religión”; esto vendría a significar que las observaciones contenidas en el apéndice fueron incorporadas a la parte central, por lo que publicarlo como parte independiente implicaba  caer en redundancias injustificadas. Sin embargo, en el apéndice hay referencias etimológicas que no alteran el cuerpo del ensayo pero que no están totalmente integradas, por lo que eliminarlas hubiera sido un atrevimiento de mi parte y un desperdicio para el lector.  Estas dos cuestiones me empujaron a hacer de las secciones I y II un texto unitario, tomando como base a I. El concepto de religión’ e insertando, cuando no reelaborando, algunos apartados que se enriquecían con el material del apéndice.

A este atrevimiento sumé otro. Como bien lo dice el propio autor, el sentido del trabajo es

 

examinar el contenido semántico de los términos que en diversas lenguas designan aquello que (…) entienden por ‘religión’.

 

Si se quiere llegar al hueso de la frase, el autor renuncia a encontrar un concepto

de “religión” válido tanto para las diversas culturas, como para un grupo de culturas afines o, presumo, hacia el interior de una misma cultura. Más bien ha tratado de identificar aquellas palabras con las que en diversos ámbitos se ha identificado la idea de religión; luego se ha remontado a sus etimologías y a partir de allí ha recogido las notas que las caracterizan. De este modo, cuando el análisis se lo ha permitido, ha agrupado las significaciones según ámbitos comunes (por ejemplo el punto 1) y cuando no, se ha agregado como un punto de vista amplificador (por ejemplo el punto 10).

Resultado de este atrevimiento es mi apartado Reuniendo las ideas en torno del concepto de religión (p. 14), donde sin sobrepasar los límites que el propio autor impuso a su trabajo, me limito a elencar, sin más, las notas implícitas  en la idea de “religión” en diversas culturas. De allí el “reuniendo” y no el “resumiendo” habitual, pues esto supondría habernos acercado a un concepto común, cuando la finalidad del trabajo es examinar las “notas” conceptuales predominantes en cada caso. El resto de la tarea corresponde al lector y la utilidad del trabajo, para un público amplio, es el aporte semántico de cada una de las etimologías elegidas.

Si bien el original no contiene ninguna fecha de escritura, la frecuentación de sus trabajos nos permite inferir con razonable fundamento, que corresponde a fines de los años 70 y comienzos de los 80.

Tómese el escrito como un material que aspira a ser útil para otras indagaciones.

Dejo un dato de contacto, para todo aporte y aclaración.

 

                                                                                    Domingo Tavarone

                                                                                      Mayo de 2024

                                                           dtavarone@yahoo.com

 

 

EL CONCEPTO DE “RELIGIÓN”

 

 

 

Definiciones según las culturas

 

***

Semántica etimológica de las designaciones de ‘religión’

 

 

En el siguiente trabajo renunciamos, por un lado, a la tarea puramente erudita de elencar los cientos de definiciones que se han dado del término “religión” y, por el otro, no nos detenemos en las definiciones acuñadas en el campo de las ciencias humanas, sino que nos centramos en los tipos de definición y procuramos examinar el contenido semántico de los términos que, en diversas lenguas, designan aquello que entienden por dicha palabra.

 

1.      En el ámbito latino

 

            Es sabido que el término mismo, “religión”, es romano y deriva de religio; consecuentemente, como intentaremos mostrar, está acuñado conforme a los moldes de la mentalidad romana.

            Se conocen tres etimologías clásicas de religio:

1.      una precristiana, de Cicerón, que deriva el término de re-ligere [relíguere][1],

palabra que conlleva la idea de “juntar”, ya sea mediante un acto sensible que selecciona objetos formando un conjunto, o por un acto mental que recorre un conjunto de objetos (mentales), asociándolos en un todo coherente (como por ejemplo al pasar revista a una colección de cosas, o al repasar mentalmente una doctrina, o al leer un texto). Religere se forma a partir de legere [léguere] más el prefijo intensivo-reiterativo re. Se forma así el término latino relegere, cuya raíz latina leg- se remontaría a una hipotética indoeuropea *leg-,[2]  con una -g- de pronunciación probablemente palatal.[3] Es en dicha raíz leg- donde está implícita la idea de “juntar”.

2.      Una segunda etimología,  paleocristiana,  de Lactancio, que lo deriva  de ligare.

3.      Una tercera cristiano-triunfal, de san Agustín, que lo remite a re-eligere [reelíguere].

En el texto de Cicerón[4] el término religere está asociado, como si se tratara de un semisinónimo, con re-tractare, que contiene la idea de “manejar o tratar con frecuencia”, pero también (y de ahí la sinonimia) de “pasar revista”. Traducido del modo más ajustado al sentido que nos es posible, el texto de Cicerón dice:

 

“Mas quienes todo lo pertinente al culto de los dioses, aplicadamente trataban (retractabant) y, por así decirlo, reexaminaban (relegerent) fueron llamados ‘religiosos’, de relegendo (ex relegendo)”.

           

La semisinonimia y el habilidoso “por así decirlo” (tamquam) le permiten a Cicerón dar cuenta satisfactoria del contenido etimológico del término religio. La conexión, por lo demás, estaba justificada por el uso del participio activo religens con el sentido de “escrupuloso en sus deberes religiosos” o cosa análoga. Ello no quita que el procedimiento etimológico de Cicerón corresponda a la misma estructura que el de las etimologías simbólicas[5], frecuentes en todas las culturas tradicionales; por ejemplo las del tipo de “cadáver” que se hace derivar de caro data vermibus. No obstante, los lingüistas, para quienes tales etimologías carecen de vigencia, aceptan la ciceroniana.

            En suma, la interpretación ciceroniana de religión es la de una frecuentación de lo sagrado, entendida romanamente con acentuación en el aspecto cultual. Las otras dos interpretaciones mencionadas parecen menos viables lingüísticamente.

La etimología de Lactancio[6], aunque se presente como una corrección a la de Cicerón, es un típico ejemplo de etimología simbólica:

           

“Por este vínculo de devoción estamos sujetos y religados a Dios, de donde “religión” tomó su nombre, y no, como interpretó Cicerón, de religendo.”

 

            Sabido es que esta interpretación de Lactancio gozó de máxima fortuna y en la idea de religión, interpretada como sentimiento de “absoluta dependencia” por Schleiermacher,[7] encontramos todavía un eco de ella.

            La de san Agustín, en cambio, es una etimología también netamente simbólica pero con un tono quizá, o al menos en parte, más subjetivo;[8] esta etimología no tuvo realmente eco. He aquí sus palabras:[9]

 

“A este [Dios] eligiendo o, más bien, re-eligiendo, pues negligentes le habíamos perdido; reeligiéndole, pues, -de donde, por lo demás, dicen que la religión fue así llamada-, a Él con dilección nos volvemos…”

 

            El “dicen que la ‘religión’ fue así llamada”, aunque parece extraño porque la interpretación, que es de san Agustín, remite probablemente a la ciceroniana, puesto que -como a un buen gramático y retórico no podía escapársele- eligere, ‘elegir’, es un derivado del mismo verbo legere del que Cicerón tomó su religendo.[10]

            Es interesante, por lo demás, señalar que en el mismo texto Agustín vincula -al gusto retórico florido de la época- términos etimológicamente emparentados ya desde tiempos de la República romana[11]:

           

legere, de donde: re-ligere (Cicerón) / re-eligere (Agustín), neg-ligere, dis(s)-ligere, es decir, todas ellas contienen la idea de “juntar”.   En un sinóptico:

-          re-ligere (Cicerón): acción de “hacer presente con asiduidad al pensamiento” (Cicerón);

-          re-eligere (Agustín): “tornar a hacer presente” (reelegir);

-          neg-ligere: “no hacer presente al pensamiento” (negligencia);

-          di(s)ligere: “hacer presente descartando (dis-) todo otro objeto”, “seleccionar algo como lo elegido del corazón” (amar)[12]. Así en Agustín la actitud religiosa padece las vicisitudes diversas de la conciencia psicológica en su búsqueda de Dios, en concomitancia con las vicisitudes de la conciencia ética.

 

No debemos descuidar otra vertiente semántica de religio. Se ha visto que religens (y también religiosus) tiene un sentido de “escrupulosidad religiosa”, que llevado a un extremo puede llegar a coincidir con la deisidaimonía  griega (“temor ‘exagerado’ a lo demoníaco o numénico”, mediocremente traducido por lo común como “superstición”); por lo demás, religio misma puede significar “escrúpulo religioso” (en buen sentido) y, por otra parte, religiosus es un adjetivo que puede aplicarse a un acto sacralmente negativo, con el sentido de “ominoso”, “maldito”, “impío”. Además, existe una antigua etimología simbólica, que cita Graneris según la cual “se dice ‘religión’ a aquello que por un particular carácter sacro está apartado y separado de nosotros, cual si se la llamara así por el acto de ‘dejar a un lado’ (relinquendo), como por carecer de culto público”.[13] En suma, esta tercera variante se refiere al temor reverencial que suscita lo sagrado (la “numinosidad” [14], en terminología de Otto).[15]

 

Resumiendo, como acertadamente lo formula Graneris,[16]

 

Misterio, diligencia, ligamen” son las tres llaves con que el pensamiento antiguo había procurado abrirse el camino que introduce en el secreto de la conciencia religiosa, y las transmitió al pensamiento moderno unidas, con artificios etimológicos, a la palabra religio”.

 

Estará claro que “misterio” se refiere aquí estrictamente al “temor reverencial” de lo numinoso, y “diligencia”, por un lado, a la asiduidad y escrupulosidad cultuales romanas y, por otro, al amor anhelante del cristiano. En verdad, el aspecto “temor reverencial” está presente dondequiera se manifieste lo sagrado y, por lo tanto, no puede considerarse privativo de la religio latina. Diríamos más bien, para ceñir el contenido semántico de esta palabra con términos lo más neutros posible, que en la religio tal como ha sido transmitida al mundo occidental latino se destacan las notas de “elección” (Agustín), “frecuentación” (Cicerón) y “religación” (Lactancio).

 

2.      Lenguas germánicas

 

Las lenguas modernas del grupo latino recogieron la palabra religio sin más. En las del grupo germánico, ocurrió mayormente lo mismo; así tenemos el inglés: religion, el danés: religion, el alemán: Religion, el neerlandés: religie, el noruego: Religion, el sueco: religion. Empero, en alemán existe además Gottesdienst, “servicio divino”, para designar específicamente al culto religioso.

 

 

3.      Lenguas eslavas

 

Más interesante es lo que ocurre en el grupo eslavo. Se da la paradoja de que las lenguas más estrechamente asociadas a la Iglesia Ortodoxa, el ruso y el búlgaro, junto con la lengua polaca, de tradición católica, utilizan en común aunque con pronunciación diferente el mismo término de origen latino: relígija. En cambio, el serbocroata que, como es sabido, por la parte serbia corresponde a la Iglesia Ortodoxa y por la croata a la Católica, utiliza dos términos equivalentes del eslavón o antiguo eslavo: vjera, que entraña las ideas de “fe”, “fidelidad” y colateralmente “creencia”; y vjerozakon, cuyo segundo elemento contiene las ideas de “creencia” y también de “ley”, por lo que este compuesto  se suele entender como “la ley de la fe”.

Por su parte el checo, en cuya región se conjugan lo protestante y lo católico, ha acuñado un término propio, notablemente neutro con respecto a una u otra orientación religiosa: ná-bož-enství, que viene a significar algo así como “lo referente a Dios”, “el seguir a Dios” (fidelidad).[17] Este compuesto derivado de una palabra base, buh (“dios”); se ha formado de la siguiente manera:

 

- bůh es la palabra de base (“dios”), con las alternancias corrientes ů (antiguo wo) / o, y h/ž (palatalización posible de la glotal h ante e);

- ná- (forma alternante de la básica na-) es un prefijo de dirección;

- -ství  es un sufijo común  formante de abstractos; y

- -en- es, probablemente, un sufijo vacío (alternante de un sufijo de unión -n-, con una -e- epentética desarrollada por la posición interconsonántica).

 

Tratando de ceñirnos fenomenológicamente a lo que nos parece característico en la concepción religiosa del hombre de Occidente, esta recorrida por la cristiandad latina, germánica y eslava muestra para el concepto de “religión”, un espectro semántico que, ordenado cronológicamente resultaría como sigue, de acuerdo con sus rasgos conceptuales:

 

1.      Según un punto de vista semántico estricto:

frecuentación – religación – elección - fe/fidelidad – culto.

Pero esta elección de criterios resulta por lo menos discutible y también podrían establecerse otros, como por lo menos los dos siguientes:

2.      Según un orden de afectividad creciente:

elección – religación – fe/fidelidad - culto – frecuentación.

3.      Según la realidad objetiva del culto:

culto – frecuentación – elección – religación – fe/fidelidad (más adelante se sistematizan tres ordenaciones más).

 

            Sin duda, esta última ordenación es la más controvertible, pues se ha partido de la base evidente de que el “culto” es una realidad objetiva dada en todas las tradiciones; la “frecuentación”, aunque con una mayor participación afectiva, sigue siendo un acto fundamentalmente intelectual; la “elección” implica una aun mayor participación afectiva, por lo menos tal como aparece en san Agustín; la “religación” de Lactancio está impregnada de sentimiento y la “fe/fidelidad” comporta un grado de afectividad máxima en la escala, por lo menos en cuanto está asociada con la actitud de “fervor”.

            Quizá sea importante señalar que estamos tratando de ceñirnos fenomenológicamente a lo que nos parece característico en la concepción religiosa del hombre de Occidente, en cuanto se trate de un hombre efectivamente religioso; pues en verdad los conceptos “elección” y “fe/fidelidad” son también, teórica y prácticamente, interpretables en términos de la intelectualidad más pura.

 

4.      En el mundo griego

 

            Es curioso que en el mundo eslavo las designaciones griegas correspondientes a “religión” no hayan dejado marca, excepto por la equivalencia del griego pístis con el paleoeslavo viera, aunque es de notar que pístis en el sentido de “fe religiosa” es un término específicamente cristiano, paulino en adelante.

Aparte de pístis, otros términos griegos clásicos se conservan en griego moderno con igual grafía, aunque con cambios en su fonética. En griego la religión subjetiva se traduce mejor por eusébeia [pronunciada en el neogriego efsébia][18] y la objetiva por thrêskéia [pronunciada thriskía]. La primera se refiere a la piedad religiosa o, más específicamente en el neogriego, a la religiosidad; y la segunda al culto y al ritual, aunque en el neogriego se ha hecho equivalente a “religión” a secas. En cambio, el neogriego no conserva el griego clásico sebasmós, “objeto de veneración” y secundariamente “culto”, en donde el radical seb- contiene la idea genérica de “temor reverencial” y “sacralidad”, y da origen a una familia de palabras (ya homéricas) de ese tenor. Seb- se atribuye a una raíz indoeuropea *tyegw, que conlleva la idea de “retroceder con temor ante algo”, aparentemente sin representante en latín.  La eusébeia viene a ser, pues, la “adecuada   (eu-) actitud reverencial para con lo divino”.

La thrêskéia, que en jónico es de la forma thrêskeíê parece que, a partir de una raíz indoeuropea *dher-, tiene que ver originaria pero remotamente con la idea de “firmeza”, “tener firme”, por una parte en sentido físico (de ahí por ejemplo thrónos, “trono”)  y, por la otra, en sentido psicológico (“tener firmeza en la mente”)[19], de donde según algunos autores derivaría la noción de “culto”, aunque esto nos resulta poco convincente; de todos modos, aquí la investigación etimológica no ayuda a nuestro propósito. No obstante, queda en pie que en el ámbito griego, teniendo en cuenta el grecocristiano y el neogriego, el campo semántico correspondiente al moderno término “religión” implica tres ámbitos:

 

4.      temor reverencial - culto - fe/fidelidad.

 

Si comparamos esta secuencia 4 con la 2 supra, vemos que el ámbito griego añade al campo semántico general de la “religión” occidental solo la nota “temor reverencial” (implícita, por lo demás, aunque no explícita, en el campo latino); de modo que con este agregado se obtiene esta secuencia 5:

 

5.      referencia - culto – frecuentación - elección - religación - temor reverencial -fe/fidelidad.

 

Se habrá observado, sin embargo, que la nota “fe/fidelidad” en 2 y sus análogas provenían del ámbito eslavo (paleoeslavo-serbocroata); y se ha dicho líneas antes que esa nota es calco, en los eslavos, de la pístis grecocristiana. De modo que, dentro del campo semántico unitario representado, en suma, por el concepto clásico y cristiano de “religión”, pueden definirse los dos subcampos A y B siguientes, latino y griego, respectivamente:

 

6. A: referencia - culto - frecuentación - elección – religación

    B:                   culto -                                                               - temor reverencial - fe/fidelidad

 en los que la nota “culto” es el único término común.

           

Sin embargo, deben destacarse dos puntos importantes:

-          en última instancia, las notas explícitas de cada subcampo están implícitas en

el otro: la “religación” implica “fe/fidelidad”; así como la “frecuentación” en sentido ciceroniano y la “religación” misma en el sentido de Lactancio, implican “temor reverencial”;

-          aun admitida una diferencia básica de matiz[20], la mutua implicación antes

aludida y la conformación de una cultura han hecho que la totalidad de las notas (la reunión de los conjuntos A y B) configuren la idea común de ‘religión’ en Occidente, sin exclusión, empero, de otras.

 

5.      Lenguas semíticas

 

            Cuando se pasa al ámbito semítico, los conceptos básicos cambian. Hay importantes diferencias entre el hebreo casi protohistórico (lengua de una religión coetánea de las mediterráneas extintas)  y el árabe (lengua de una religión recentísima): el hebreo clásico no tiene término  ninguno que designe  “religión” (hecho que importa tener muy presente), sino que posee solamente el término correspondiente al “culto”, ‘abôdâh (mantenido con igual valor en neohebreo), equivalente al árabe ‘ibâdah, “servicio de Dios”, ambos de una raíz ‘bd  que, como el latín colere [kólere], “cultivar, cuidar, labrar”, de donde proviene cultus, encierra los conceptos generales de “culto” y “cultivo”, pero además, centralmente, el de “servir”.[21]

            El hebreo clásico cuenta también con un término para la religión subjetiva o piedad emocional,’emûnâh, correspondiente al árabe ’i’mân,  de igual sentido,  ambos de la raíz ’mn, que encierra los conceptos generales de “firmeza, confianza, fidelidad, fe”.[22] El árabe islámico, en cambio, tiene para designar específicamente la “religión” el término dîn, de una raíz d’n, cuya idea central es la de “retribución consecuente a una obligación”, idea que traduce muy bien el espíritu de la religión islámica. Esto se ve muy claro en la designación del Día del Juicio: Yaum ad-Dîn, expresión que carecería de sentido de traducirse “día de la religión”, pero sí lo tiene diciendo “día de la retribución”. (Naturalmente, la mayoría de los pueblos de influjo islámico, recogen el término dîn, como por ejemplo el persa y el turco din; e incluso se observa en lenguas africanas de poblaciones islamizadas, como por ejemplo ki-swahili dini, kanuri adin, etc.).

Por otra parte, el neohebreo ha sobresemantizado el antiguo término bíblico dat, “decreto” (especialmente “regio”), “ley”, y secundariamente “juicio”, “castigo”, dándole el valor genérico de “religión”.

            En hebreo existe igualmente dîn, circunscripto a un sentido más jurídico que en árabe; en hebreo clásico dîn es “juicio, proceso, sentencia”, como en neohebreo, solo que en este caso reducido al juicio de un tribunal religioso.

Por lo demás, supuesta una raíz hebrea *d’n coincidente con la árabe, no está excluido que dât proceda de la misma; es decir, que sea un término de la misma familia que el dîn árabe y hebreo, pues ante el sufijo femenino -t, en hebreo la -n caería necesariamente: *d’n.t > * d’.t; el próximo paso, la pérdida de álef (’) protosemítico para o intervocálico es fenómeno existente en hebreo,[23] de  modo que la subsecuente evolución *d’.t > *d.t (dât) no tendría nada de anómalo.

Por otra parte y quizá de modo más convincente, el parentesco entre el árabe-hebreo dîn y el hebreo dât se establecería más directamente si se admitieran como básicas las raíces bilíteras: se trataría entonces de una única raíz originaria *dn y no ya d’n.[24]

 

6.      Lenguas de la India

 

En el  hinduismo tenemos  dharma, derivada de una raíz verbal sánscrita dhr-, “portar”, “soportar”, “sostener”, “mantener”; más arriba, en el punto 4, se ha visto su forma indoeuropea reconstruida *dher- en relación con thrêskéia. Esa raíz da origen a una vasta familia sánscrita[25] de sentidos próximos al radical. Por lo menos en la mayoría de las lenguas indoarias de la India el término se ha conservado para designar el concepto actual de “religión”; así en marâthî, gujrâtî, y otras.[26]

Es interesante notar que, en cambio, con la idea de “culto” no se ha mantenido la misma coherencia; así, el marâthî ha usado el término clásico pûjâ, que designa objetivamente el sacrificio, el “rito sacrificial” por excelencia; mientras que el gujrâtî ha adoptado el término clásico bhakti que denota más bien una actitud religiosa subjetiva, es decir, devocional.

 En el budismo, dharma (pâli dhamma), sin perder las denotaciones básicas hindúes, ha asumido, entre otras, la de “ley” o “doctrina” del Buddha, es decir, “ley o doctrina de la Liberación”. El desarrollo a partir del dharma hindú es natural y patente, pero con ello, en cierto modo, se ha pasado de una connotación cosmológica a otra institucional sobreagregada. El tránsito es tanto más fácil de entenderse en cuanto que el dharma hindú implica una connotación secundaria institucional, en la medida en que incluye la norma que rige las castas.

 

7.      En lengua tibetana

 

El tibetano cos[27] traduce el sánscrito dharma, con el sentido búdico de “doctrina (sagrada)”, y por lo tanto (según la mantenida denotación originaria hindú) de “norma”.

Dejando aparte lo relacionado con el “culto”, la idea de “religión” en tanto “doctrina” y “norma” se designa con cos o con cos-lugs y en tanto “tradición” con cos-rgud.

Sobre los compuestos cos-rgud, cos-lugs interesa quizá agregar que casi seguramente la misma raíz aparece en el término m.cod, que en su forma m.cod-pa traduce el sánscrito pûjâ, “rito sacrificial”,[28] y que en general reúne las ideas de “veneración”, lo que en última instancia contiene de suyo la idea de “temor reverencial”. Admitido que así sea, se da el interesante caso de que una misma raíz se desdobla, por un lado, en el concepto de religión como doctrina y norma, y por el otro en el de religión como culto.

 

8.      El extremo-oriente

 

            En el ámbito extremo-oriental ocurre cosa análoga. El término básico es chino: zöngjiâo.[29] Jiào denota “doctrina” o, secundariamente, sobre todo en japonés, “norma”; el peso de la expresión recae sobre zöng, “antepasados”, “familia”, “clase”, “escuela, doctrina”; empero la idea central es la de “antepasados” cuyo símbolo está formado por otros dos, ambos ideográficos: uno, que se lee mién, representa una “techumbre” y contiene la idea de “casa”; mién se superpone al otro, que leído shì significa originariamente “ritos”[30], o leído  significa “espíritus”; de manera que, sintetizando, zöng significa ideográfica y etimológicamente “casa de los antepasados”.

            Por lo demás, la interpretación tradicional del ideograma shì o , que escandaliza a Karlgren[31] es la de “cielo” (las dos rayas horizontales superiores) con los “astros” (los tres rasgos verticales inferiores); no puede menos que acudir a la mente la etimología de templum, que al menos en una de las interpretaciones ve en él originariamente, las cuatro zonas o cuadrantes del cielo determinadas por la vara del augur.[32]

 

            En japonés, por lo menos a tenor de los diccionarios del uso actual, el carácter leído shû (el mismo que en chino se lee zöng) solo conservó la aceptación secundaria de “doctrina” aunque, seguramente como residuo de los orígenes sínicos, ha adoptado la denotación de “honrar”, “venerar”.

 

9.      la cultura egipcia

 

El egipcio tiene numerosos términos para referirse a diversos tipos de ofrendas. Para “rito en general”, destacamos dos: hrj.t[33], relacionado quizá con hr.t, “lo perteneciente a alguien”; y hb.t, relacionado seguramente con la raíz hb, que implica la idea de “festividad”, tanto en sentido jubiloso como solemne.

            También tiene otros dos términos neutros con respecto a lo religioso o, dicho de otro modo mejor, que no son específicamente religiosos: uno es sb’(w), “doctrina”, “enseñanza”,[34] que no deja de ser tentador aunque incierto, pues se lo hace relacionar con idea de “claridad”, ya que sb’ es también “estrella”, y está puesto en conexión por Erman

con el árabe shabbah, “resplandecer”, aparte de que existe un verbo egipcio sb’.q, “hacer claro”.[35] El otro quizá sea jrw[36] con un sentido próximo al de “norma” y posiblemente relacionado con jrj, “hacer”. Entre otras cosas, jrw significa “lo que ha de hacerse”, “el deber” y, según Lambert, también “rito”.

 

10.  En acadio

 

 En el ámbito acadio (asirio-babilonio), el término pilludu significa “reglas religiosas”, es decir, responde al sentido de “norma sagrada”; mientras que parsu con la misma idea de “regla”, parece apuntar más específicamente a “rito”.[37] Las vinculaciones etimológicas que pudieran buscarse con otras lenguas semíticas son enteramente azarosas.

 

11.  El avéstico

 

 Al avéstico tkaêsa, con el sentido de “doctrina”, aplicada a la de Zarathustra, no se le conoce fundadamente ninguna conexión etimológica[38]; por otro lado, tampoco tiene correspondencia en el antiguo persa.[39]

 

12.  En la cultura azteca

 

En azteca clásico, tla-teo-toquil-iztli[40],  es  el término correspondiente a la idea de “culto”; descomponible del siguiente modo:

 

-           tla- (partícula de sentido vario y a nuestro parecer algo oscuro, quizá de transitividad),

-          teotl-, “dios(es)”,

-          toquil(ia)-, “seguir”, “servir”, y

-          (l)iztli-¸ sufijo formador de nombres deverbativos de acción, de donde el conjunto vendría a significar “el servir a los dioses”.

 

Reuniendo las ideas en torno del concepto de religión

 

 

Términos que en distintas lenguas hacen referencia a la idea de “religión”:

 

1.      En el ámbito latino: (p. 4)

 

religio ß religere  (Cicerón): “frecuentación de lo sagrado”, con acento en lo                                  cultual; (p. 4)

ß religare  (Lactancio): “vínculo de devoción por el que estamos religados a Dios; (p. 4)

ß religere (san Agustín): “a Éste (Dios) con devoción nos volvemos,    

reeligiéndole”; (p.4)

             ß religens /religiosus: “escrupulosidad (religiosa)”. (p.6)

 

En este ámbito latino, el significado de “religión”se resume en este párrafo de Graneris:

misterio, diligencia, ligamen” son las tres llaves con que el pensamiento antiguo había procurado abrirse el camino que introduce en el secreto de la conciencia religiosa, y las transmitió al pensamiento moderno unidas, con artificios etimológicos, a la palabra religio”. (p. 7)

 

Donde “misterio” es “temor reverencial” de lo numinoso y “diligencia” es, por un lado, referencia a la asiduidad y escrupulosidad cultual romana, y por el otro, al amor anhelante del cristiano.

En la religio, tal como ha sido transmitida al mundo occidental latino se destacan las notas de “elección” (Agustín), “frecuentación” (Cicerón) y “religación” (Lactancio)

 

2.      Lenguas germánicas: (p.7)

 

Adoptaron una forma derivada de religio:

-          inglés:       religión

-          danés:        religión

-          alemán:    Religion (el alemán también cuenta con Gottesdienst, “servicio      divino”, para  designar específicamente a “culto”);

-          holandés:    religie

-           

3.      Lenguas eslavas: (p. 7)

 

-          lenguas asociadas a la Iglesia Ortodoxa (ruso y búlgaro) más la polaca (de tradición católica): reigija (pronunciada de modo diferente según la lengua de uso);

           

-          lenguas de Serbia (iglesia ortodoxa) y de Croacia (iglesia católica): utilizan dos términos equivalentes del eslavón (antiguo eslavo):

vjera: “fe”, “fidelidad”, “creencia” 

vjerozakon: el segundo elemento significa “creencia”, “ley”; luego, la palabra vjerozakon viene a significar “la ley de la fe”;

           

-          en la región checa, en que se conjugan lo protestante y lo católico, se ha acuñado un término propio, notablemente neutro:

    nábozenství: “lo referente a Dios”, “el seguir a Dios”, “fidelidad”.

 

Resumen puntos 1-3. (p. 8) Esta recorrida por la cristiandad latina, germánica y eslava nos muestra que el concepto de “religión” se ha vinculado con  el siguiente conjunto de rasgos semánticos:

        frecuentación - religación - elección - fe/fidelidad – culto.     

 

4.      En el mundo griego: (p. 8)

 

-          eusébeia [pronunciada efsébeia, en el neogriego]; usada para referirse a la religión subjetiva, la piedad religiosa o (en el neogriego, específicamente) a la religiosidad;

 

-          sebasmós: del griego clásico, no conservada en el neogriego: “objeto de veneración” y, secundariamente, “culto”. La raíz seb contiene la idea genérica de “temor reverencial” y “sacralidad”. Se atribuye a una raíz indoeuropea *tyegw, que conlleva la idea “retroceder con temor ante algo” (aparentemente sin equivalente latino);

 

-          thrêskéia, la religión objetiva: el culto y el ritual (en el neogriego, equivale a “religión”, a secas);

 

-          thrêskéia (en jónico, thrêskeiê) es la palabra de la koiné: relacionada con la idea de “firmeza”, física (thrónos) y psicológica (“firmeza mental”)

           

            El ámbito griego agrega al campo semántico general (puntos 1-3-, supra) la idea de “temor reverencial”.

 

5.      Lenguas semíticas: (p. 10)

 

En el ámbito semítico: importantes diferencias entre el hebreo (casi protohistórico, lengua de una religión coetánea de las mediterráneas extintas) y el árabe (lengua de una religión reciente):

 

Hebreo clásico: no tiene un término para designar específicamente a “religión”, sí para el culto:

-          ‘adôbâh, culto”, mantenido en neohebreo con el mismo valor;

-          ídem al árabe: ‘ibâdah, “servicio de Dios”;

 

            ambos de una raíz ‘bd: “culto, “cultivo” y también “servir”.

           

Hebreo clásico: tiene un término para designar la religión subjetiva: (p.7)

 

-          ‘emûnâh: “piedad devocional”;

           

            correspondiente al árabe, de igual sentido:

 

-          ‘i’mân

 

ambos de la raíz ‘mn: “firmeza, confianza, seguridad, fidelidad, fe”.

 

            El árabe islámico tiene un término para designar específicamente “religión”:

 

-          dîn ß raíz d’n: “retribución consecuente a una obligación”, que también se da en hebreo, aunque con un sentido más jurídico: “juicio, proceso, sentencia”, reducido en neohebreo a acto correspondiente a un “tribunal religioso”

 

            El neohebreo ha tomado el término bíblico:

           

-          dat: “decreto, ley, juicio” y le ha dado el valor genérico de “religión”.

 

 

6.      Lenguas de la India: (p.11)

 

En el hinduismo:

 

-          dharma: “religión”, en el sentido actual, en la mayoría de lenguas indoarias de la India, p. e. en marâthî, gujrâtî, y otras.

Forma derivada de la raíz sánscrita dhr-: “portar”, “soportar”, “sostener”, “mantener”.

 

No existe la misma coherencia general para la idea de “culto”:

 

-          pûjâ: “el rito sacrificial” objetivamente, en marâthî;

 

-          bhakti: actitud religiosa subjetiva, devocional, en gujrâtî.

 

En el budismo:

 

-          dharma (pâli damma): al sentido hindú de base, ha sumado la idea de “ley” o “doctrina” del Buddha”, esto es, “ley o doctrina de la Liberación”.

 

El significado de dharma  en el budismo a partir del sentido del dharma hindú está facilitado porque en hindú una  de sus connotaciones tiene que ver con las normas (“ley”) que rige las castas.

 

7.      En lengua tibetana: (p. 11)  

           

-          cos: “norma”, “religión”; equivale al dharma hindú en su sentido de “doctrina sagrada”. Se da el caso curioso del desdoblamiento de una misma raíz para formar dos compuestos complementarios:

o   cos o cos-lugs: “doctrina” y “norma”;

o   cos-rgud: “tradición”.

 

 

 

  8. El extremo-oriente: (p. 12)

 

-          zongjiào, término básico para el extremo oriente tomado del chino, donde:               

o   jiào: “doctrina” y, secundariamente, “norma”;

o   zong: “antepasados”, y secundariamente “familia”, “clase”, “escuela”. Su ideograma está formado por otros dos:

§  -mièn: una techumbre cuya idea es “casa”, superpuesto al otro:

§  - qi: “espíritus” o shì, “ritos”, según entonación. Luego:

o    zong es “casa de los antepasados”, y

o   zongjiào: “doctrina / ritos”de la casa de los antepasados”;

 

-          en japonés: shû (el mismo que en chino se lee zong): “doctrina” y, secundariamente, “honrar”, “venerar”.

 

 

9. La cultura egipcia: (p. 12)

 

En el ámbito egipcio:  numerosos términos según los diversos tipos de  ofrendas, por ejemplo:

                                                           

-          hrj.t: “rito” en general;

pero también otros términos que no son específicamente religiosos, por ejemplo:

 

-sb’(w): “doctrina”, “enseñanza”, concepto relacionado con la idea de “claridad” ya que en egipcio, existen:

 

- sb´: “estrella”

- sb´.q: “hacer claro”

 

10. En acadio (asirio-babilonio): (p. 13)

                                   

-          pilludu: “reglas religiosas”, “norma sagrada”

-          parsu: “regla”, “rito”.

 

11. El avéstico: (p. 13)

 

-          tkaêsa: “doctrina” de Zarathustra; no tiene correspondencia con el antiguo persa.

 

12. En la cultura azteca: (p. 13)                                                                                                                             

                                   

-tla-teo-toquil-iztli: “culto”; término descomponible en:

-tla: partícula de sentido diverso;

- teotl- : “dios(es)”;

- toquil(ia): “seguir”, “servir”;

- (l)iztli: partícula de nombres deverbativos de acción: “servir a los dioses”.

 

Pues bien, este recorrido es el cumplimiento, siempre ampliable, del sentido del presente trabajo, enunciado con transparencia por su autor:

 

examinar el contenido semántico de los términos que en diversas lenguas designan aquello que … entienden por ‘religión’.

 

                                                                                                           D. T.

           

 

  

 

ÍNDICE

 

Presentación                                                                           2

El concepto de “religión”                                                        4

1.     En el ámbito latino                                                        4

2.     Lenguas germánicas                                                      7

3.     Lenguas eslavas                                                            7

4.     El ámbito griego                                                           8

5.     Lenguas semíticas                                                         10

6.     Lenguas de la India                                                       11

7.     En lengua tibetana                                                         11

8.     El extremo-oriente                                                         12

9.     La cultura egipcia                                                         12

10. En acadio                                                                     13

11. El avéstico                                                                    13

12. En la cultura azteca                                                       13

Reuniendo las ideas en torno del concepto de “religión”           14



[1] Los agregados entre corchetes corresponden a la lectura del texto. Es decir, religere debe leerse “relíguere”.

[2] Para este y casos siguientes, el asterisco que precede a una palabra o a una parte de ella, indica que dicha forma es hipotética, es decir, aunque la vinculación está fundamentada no se cuenta con una documentación fehaciente de ello.

[3] Cf. Walde-Hofmann, Latein. etym. Wörterbuch, 1938, t. I, s.v. diligo.

[4] Cicerón, De natura deorum, II, 28: “Qui autem omnia quae ad cultum deorum pertinerent, diligenter retractarent et tamquam religerent, sunt dicti religiosi, ex relegendo”.

[5] Usamos la denominación etimología simbólica y no, como es habitual entre los lingüistas, “etimología popular”, que se da a veces por una mera confusión, como en los ejemplos citados por Vendryes en El lenguaje (parte III, cap. I, 8, pág. 27 de la traducción española, México, Uteha, 1958): “contradanza” derivada de “country-dance” (“danza campestre”), etc. Pero es muy distinto el caso en que existe la intención de derivar un término de otro, según es común en todas las civilizaciones tradicionales, cuando dicha derivación no es puramente etimológico-lingüística sino doctrinal. Así no son etimologías populares sino simbólicas: 1 la interpretación órfica sôma (“cuerpo”) = sêma (“señal”, “tumba); 2. las demás etimologías recogidas e introducidas por Platón en el Crátilo, passim, independientemente de la actitud que se le atribuya a Platón acerca de ellas; 3 la que propone Nicolás de Cusa, siguiendo en parte a Platón, cuando deriva theós, de “theoro” (sic), como “ver y correr simultáneamente”; 4.  la bajo-latina o medieval cadáver como derivada de caro data vermibus (“carne dada a los gusanos”) -que por lo demás es un buen ejemplo de la inclinación moralizante de las etimologías simbólicas romano-cristianas; 5. las interpretaciones de vocablos que son una nota característica de la ciencia del nirukta hindú.

Las conexiones entre etimologías simbólicas y etimologías lingüísticas es, por razones que aquí no podemos entrar, más complicada de lo que suele creerse.

[6] Lact., Div. Inst., 4.28: “Hoc vinculo pietatis adstricti Deo et religati sumus, unde religio nomen accepit, non ut Cicero interpretatus est, a religendo”.

[7] Schleiermacher, Friedrich; teólogo, filólogo y filósofo alemán (1768-1834).

[8] Si bien en el texto de que se trata, san Agustín retrasa la historia teológica de la humanidad, que tras desconocer al Dios verdadero se desvía de él en los meandros del ‘paganismo’, empero no puede desconocerse que retrasa así también la propia “historia teológica” de su vida, tal como se manifiesta en las Confesiones, con cuyo estilo apasionado el pasaje de referencia tiene claro parentesco. Esto no obsta en nada a la eventual objetividad de su filosofía de la historia, pero en cambio contribuye a destacar el alto grado de afectividad que impregna el concepto cristiano-romano de “religión”.

[9]  Ag., Civ. dei., III, 3 (o 4): “Hunc [Deum seu Dominum] eligentes vel potius religentes, amiseramus enim negligentes, hunc ergo religentes, unde et religio dicta perhibetur, ad Eum dilectione tendimus…”

[10] Cf. Walde-Hoffmann, Lat. etym. Wört. loc. cit.

[11] Son precisamente los mismos términos que asocia Walde-Hoffman, cit., para justificar la etimología ciceroniana.

[12] La etimología de diligere, “amar”, como forma derivada de dis + legere, pertenece a la lingüística moderna.

[13] Macrobius, Saturnalia, III.3: “Servus Sulpicius religionum esse dictam tradidit, quae propter sanctitatem aliquam remota ac seposita a nobis sit, quasi a relinquendo dicta, ut a carendo caeremonia”; cit. en Graneris, 1946, p. 55, quien lo asocia, creemos que con razón, a eventuales cultos mistéricos romanos arcaicos.

[14] Otto, Rudolph; Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios¸ Alianza editorial, Madrid, 1980, cap. 2 (y ss.), “Lo numinoso”. (N. del E.).

[15] Una observación un tanto aparte, al modo de una digresión: pese a la evidente aproximación semántica “juntar (recoger) / ligar”, la lingüística no reconoce para ligare ni, naturalmente, para su compuesto re-ligare, relación etimológica alguna con legere; en efecto, ligare se hace remontar a una raíz indoeuropea *leig- cuyo único sentido central es precisamente “ligar”.

Naturalmente, no es posible, o por lo menos no es fácil, establecer el parentesco etimológico eventual entre raíces cuyo desarrollo en las lenguas protohistóricas o históricas las ha mantenido sin contacto; la tentación de hacerlo (como en el caso de *leg- y *leig-) es peligrosa, pues conduciría a hipótesis incontrolables a menos que se descubra un criterio más objetivo que la simple aproximación semántica; en todo caso, es interesante notar que aun Juret,[15]que ha intentado establecer un criterio de ese género, mantiene ambas raíces (o las formas más simples correspondientes que propone) estrictamente separadas. (Juret, Les idées et les mots, París, Vrin, 1960. La consulta de este breve trabajo se  dificulta notablemente por la carencia de índices analíticos. Cf. R[acine] lik-, rik- (p.46); R. rk-, lk- (p. 41).

[16]  Graneris, 1946, p. 61.

[17] Cabe conjeturar que, cuando se acuñó el término checo nábozenství, la “referencia” trataba en realidad de ser un calco de la “religación” tradicional cristiana, con todo su peso afectivo.

[18] Con respecto a la transcripción del neogriego, debe especificarse que la [b] tiene un valor fricativo y que [th] representa el sonido de la /z/ castellana.

[19] Hofmann, Etym. Wörterbuch des Griechischen, 1966, s. v. thrânos.

[20] Esta diferencia básica parecería reducirse a que, en el ámbito griego clásico, la religión se ve sustancialmente como temor reverencial y culto, a lo que el griego cristiano añade la idea de fe/fidelidad; mientras que en el ámbito latino la religión se ve sustancialmente como culto y escrupulosidad cultual, a lo que el latín cristiano agrega la idea de religación y elección. No deja de parecer compensatorio que sobre la base común de lo cultual, la cultura occidental clásica griega, de tendencia más teorética, insista en el elemento extrarracional de lo numinoso; y que la romana, de tendencia más empírica, acentúe el elemento teorético de la reflexión sobre el culto.

[21] Cf. los numerosos apellidos árabes que empiezan con ‘Abd, “servidor”, como por ejemplo ‘Abdallâh, “servidor de Dios”, ‘Abd-ar-Rahmân, “servidor del misericordioso”, etc.

[22] Hay en parte coincidencia con el griego pístis y con el latín fides: ambos proceden de una raíz común indoeuropea con el sentido general de “fidelidad, confianza”, pero sin las connotaciones semíticas de “seguridad, firmeza” sino, quizá, en todo caso, con una lejana y secundaria connotación de “coerción”.

[23]Cf. Brockelmann, Grundiss d. vergl. Gramm. d. semit. Sprachen, I, párr. 50 a-f, (p.142, reed. 1961), y las breves Lezioni di lingüistica semitica, de S. Moscati, 1960, p. 66-67.

[24] Cf. el breve ensayo de Carra de Vaux, 1919, Table des racines sémitiques, párr. 54, p. 66 de la segunda edición de 1944.

[25] Mayrhofer, Kurzgefasstes etym. Wört. d. Altindischen / A concise etym. Sanskrit Dict., II, 1963, s.v. y remisiones.

[26] Útil para seguir el destino del léxico sánscrito en las lenguas indoarias modernas es Turner, A comparative Dict. of the Indo-Aryan Languages, Oxford, 11 fasc., 1962-66 (aún por publicarse el fascículo 12 e índices). [Para el valor temporal de ese “aún”, téngase en cuenta que este trabajo fue escrito hacia fs. de los 60 y ps. de los 70].

[27] Jäschke,  A Tibetan-English Dictionary, 1881; reed. N. York, 1965, s. vv. cos (p. 163), mcod-pa (p. 166), lugs (p. 548).

[28] Contra lo usual, hemos separado aquí con un punto la letra prefijal. Al menos en la pronunciación históricamente registrada, tales elementos son mudos y, hasta donde sabemos, no se ha dado de ellos interpretación morfológica o semántica, lo que obsta al análisis etimológico.

[29] Para el lector habituado al sistema de transcripción Wade u otros (por ejemplo, los franceses) damos aquí las equivalencias entre romanizaciones. La que hemos adoptado en este caso, es la de más reciente uso en la República Popular China que, si bien es más engañosa que otras en cuanto al valor dado a las letras latinas, resulta más cómoda en muchos sentidos:

                        1                                                     2                                                           4

zöng,      tsung,     tsöng;                     mién,      mien,      miên;                     shì,         shih,       ché;

                          4                                                           2

jiào,        chiao,     kiào;                      qí,           ch’i,       k’î;

 

[30] Para los datos referentes al término zöng, cf. Karlgren, Analytical Dict. of  Chinese and Sino-japanese, París, 1923; caracteres 1114, 623, 882. La reconstitución de las formas fónicas del chino arcaico no tiene hasta ahora ningún interés etimológico-semántico.

[31] Karlgren, cit., p. 260, car. 882, acompaña con un signo de admiración la interpretación tradicional, considerándola errónea, según el criterio que explica en pp. 2-3-, pero sin proponer otra.

[32] Para las diversas etimologías Walde-Hofmann, Latein. etym. Wört., cit., s.v. La interpretación indicada aquí es la más generalizada y, por ejemplo, ha servido a Imbelloni para dar nombre a la etapa del pensamiento protohistórico, que llama precisamente “templaria” (cf. Imbelloni, “El ‘Génesis’ de los pueblos protohistóricos de América”, 5ª. ed., en Boletín de la Academia Argentina de Letras, X, 38, Buenos Aires, abril-junio de 1942, pp. 329 ss.; en particular pp. 422-26.)

[33] Registrado en Lambert, Lexique hiéroglyphique, París, 1925, s.v. hry.t, p. 158. Sin embargo, un término de la misma forma (ibid., p.159; Erman-Grapow, Aegyptisches Handwörterbuch (1921, reed. 1961, s.v. hrj.t, p. 131) significa “matanza”, “animal destinado al sacrificio”, en relación con la raíz verbal hr, “caer”, “derribar”, de donde además hrw, “enemigo”. De ello se desprende que el término también puede ser referido a las víctimas del sacrificio cultual.

[34] Un término sinónimo o semisinónimo, de la misma raíz, es el que aparece en el encabezamiento de las célebres máximas de Amenemope: h’tj n sb’j.t n ‘nh; literalmente: “comienzo de (la) enseñanza (o doctrina) para (la) vida.” (Lange, Das Weisheitsbuch des Amenemope… herausgegeben u. erklärt, Copenhague, 1925). El hecho de que la grafía jeroglífica utilice como integrante de la palabra una estrella (según el otro significado de sb’) podría tomarse como indicio de la mencionada relación etimológica con “claridad”, pero solo como indicio muy débil, en virtud de las peculiaridades de la ideofonografía egipcia.

[35] Erman-Grapow, cit.

[36] Erman-Grapow, cit, s.v. irw, p. 16; Lambert, cit., s.v. yrw, p. 434. De los términos mencionados, solo se registran en los “Textos de las pirámides” (cf. Speleers, Traduction, index et vocabulaire des Textes de Pyramides égyptiennes, Bruselas, ca. 1935): jrw (T:P: 1191), que Speleers traduce como “deber”, pero que quizá más pertinentemente pueda interpretarse como los ritos que el rey cumple para obtener el pasaje al otro lado; y hb (T.P. 268 y passim) con el sentido de “festividad”, “fiesta sagrada”.

[37]Labat, Manuel d´epigraphie akkadienne, 1959, caracteres 295 a, 295 b.

[38] Así Pisani, Crestomazia indoeuropea, 1947, p. 172, registra el término sin remitirlo al glosario etimológico.

[39] En efecto, ningún término etimológicamente relacionable con el citado avéstico se registra en Kent, Old Persian. Grammar, texts, lexicon, New Haven, reimpr. 1961 de la 2ª. edición de 1953.

[40] Schoembs, Aztekische Schriftsprache, Heidelberg, 1949, léxico, s.v. (p. 195).