PRESENTACIÓN
Este trabajo inédito, posiblemente fuera un material
preparatorio para alguno de los seminarios que dictaría posteriormente. Era
habitual que el profesor Balderrama tomara un tema, lo estudiara
exhaustivamente y le diera forma de trabajo independiente, para aprovecharlo
luego, o no, en estudios más amplios.
Este original se hallaba entre los “papeles” que María Victoria, su
hija, encontró y que generosamente me facilitó. El tema de “qué decimos cuando
hablamos de religión” aparece en sus reflexiones una y otra vez: el rigor por
precisar el sentido que le damos a las palabras fue una constante en sus clases
y en sus inteligentísimas e irónicas conversaciones que matizaban los encuentros
en la sala de profesores.
Recuerdo una “pincelada” que lo ilustra: es por todos conocido que
Balderrama era un gran fumador; en este momento del recuerdo atravesaba un
período de salud un tanto agrietada: toses, fiebres, disfonía importante… Una
colega que mucho lo apreciaba más allá de su saber inmenso, con sumo afecto y,
al mismo tiempo, con tono de reproche fraternal, lo encaró con cierto énfasis:
“Pero profesor, deje de fumar; el cigarrillo es causa de tantas enfermedades
graves… Usted debe cuidarse”. Balderrama,
sorprendido por la inesperada intervención, silenció unos segundos apenas,
esbozó una contenida sonrisa y le contestó, también con afecto fraternal: “Pues
en ese caso, habrá que revisar el concepto de “causa”.
Supongo que con la misma naturalidad, para no dar por sentados los
sobreentendidos conceptuales con que nos manejamos en el lenguaje cotidiano, en
alguna oportunidad sintió que, para el desarrollo de alguno de sus seminarios,
debía precisar la idea de “religión”, simplemente para “ponernos de acuerdo
acerca de qué estamos hablando”. Y, creo con algún fundamento, que su resultado
es el presente trabajo.
El original de este ensayo, relativamente breve, está dividido en dos
partes:
I.
El concepto de “religión”, que consta de 7 páginas tamaño oficio mecanografiadas a un espacio;
II.
Apéndice I. Semántica etimológica de las designaciones
de “religión”, cuyo cuerpo central consta
de 5 páginas de igual formato, seguidas a su vez por
Notas al apéndice
I, de tres páginas.
El desarrollo del tema, me parece, fue preparado en principio como un conjunto
de puntuaciones reunidas en el Apéndice,
que se usó, otra vez me parece, como material
para el tratamiento central del tema en El concepto de “religión”; esto vendría a significar que las
observaciones contenidas en el apéndice fueron incorporadas a la parte central,
por lo que publicarlo como parte independiente implicaba caer en redundancias injustificadas. Sin
embargo, en el apéndice hay referencias etimológicas que no alteran el cuerpo
del ensayo pero que no están totalmente integradas, por lo que eliminarlas hubiera
sido un atrevimiento de mi parte y un desperdicio para el lector. Estas dos cuestiones me empujaron a hacer de
las secciones I y II un texto unitario, tomando como base a I. El concepto de ‘religión’ e insertando, cuando no reelaborando, algunos apartados
que se enriquecían con el material del apéndice.
A este atrevimiento sumé otro. Como bien lo dice el propio autor, el
sentido del trabajo es
examinar el contenido semántico de los términos que en
diversas lenguas designan aquello que (…) entienden por ‘religión’.
Si se quiere llegar al hueso de la frase, el autor renuncia a encontrar
un concepto
de “religión” válido tanto para las diversas culturas,
como para un grupo de culturas afines o, presumo, hacia el interior de una
misma cultura. Más bien ha tratado de identificar aquellas palabras con las que
en diversos ámbitos se ha identificado la idea de religión; luego se ha
remontado a sus etimologías y a partir de allí ha recogido las notas que las
caracterizan. De este modo, cuando el análisis se lo ha permitido, ha agrupado
las significaciones según ámbitos comunes (por ejemplo el punto 1) y cuando no,
se ha agregado como un punto de vista amplificador (por ejemplo el punto 10).
Resultado de este atrevimiento es mi apartado Reuniendo las ideas en torno del concepto de religión (p. 14),
donde sin sobrepasar los límites que el propio autor impuso a su trabajo, me
limito a elencar, sin más, las notas implícitas
en la idea de “religión” en diversas culturas. De allí el “reuniendo” y
no el “resumiendo” habitual, pues esto supondría habernos acercado a un
concepto común, cuando la finalidad del trabajo es examinar las “notas”
conceptuales predominantes en cada caso. El resto de la tarea corresponde al
lector y la utilidad del trabajo, para un público amplio, es el aporte
semántico de cada una de las etimologías elegidas.
Si bien el original no contiene ninguna fecha de escritura, la
frecuentación de sus trabajos nos permite inferir con razonable fundamento, que
corresponde a fines de los años 70 y comienzos de los 80.
Tómese el escrito como un material que aspira a ser útil para otras
indagaciones.
Dejo un dato de contacto, para todo aporte y aclaración.
Domingo Tavarone
Mayo de 2024
dtavarone@yahoo.com
EL CONCEPTO DE
“RELIGIÓN”
Definiciones según las culturas
***
Semántica
etimológica de las designaciones de ‘religión’
En el siguiente trabajo renunciamos, por un lado, a la
tarea puramente erudita de elencar los cientos de definiciones que se han dado
del término “religión” y, por el otro, no nos detenemos en las definiciones
acuñadas en el campo de las ciencias humanas, sino que nos centramos en los tipos de definición y procuramos
examinar el contenido semántico de
los términos que, en diversas lenguas, designan aquello que entienden por dicha
palabra.
1.
En el ámbito
latino
Es sabido que el término
mismo, “religión”, es romano y deriva de religio;
consecuentemente, como intentaremos mostrar, está acuñado conforme a los moldes
de la mentalidad romana.
Se conocen tres
etimologías clásicas de religio:
1. una precristiana, de Cicerón, que deriva el término de
re-ligere [relíguere][1],
palabra que conlleva la idea de “juntar”, ya sea mediante un acto
sensible que selecciona objetos formando un conjunto, o por un acto mental que
recorre un conjunto de objetos (mentales), asociándolos en un todo coherente
(como por ejemplo al pasar revista a una colección de cosas, o al repasar
mentalmente una doctrina, o al leer un texto). Religere se forma a partir de legere
[léguere] más el prefijo intensivo-reiterativo re. Se forma así el término latino relegere, cuya raíz latina leg-
se remontaría a una hipotética indoeuropea *leg-,[2] con una -g-
de pronunciación probablemente palatal.[3] Es en dicha raíz leg- donde está implícita la idea de
“juntar”.
2. Una segunda etimología, paleocristiana, de Lactancio, que lo deriva de ligare.
3. Una tercera cristiano-triunfal, de san Agustín, que lo
remite a re-eligere [reelíguere].
En el texto de
Cicerón[4]
el término religere está asociado,
como si se tratara de un semisinónimo, con re-tractare,
que contiene la idea de “manejar o tratar con frecuencia”, pero también (y de
ahí la sinonimia) de “pasar revista”. Traducido del modo más ajustado al
sentido que nos es posible, el texto de Cicerón dice:
“Mas quienes todo
lo pertinente al culto de los dioses, aplicadamente trataban (retractabant) y, por así decirlo,
reexaminaban (relegerent) fueron
llamados ‘religiosos’, de relegendo (ex relegendo)”.
La semisinonimia y
el habilidoso “por así decirlo” (tamquam)
le permiten a Cicerón dar cuenta satisfactoria del contenido etimológico del
término religio. La conexión, por lo
demás, estaba justificada por el uso del participio activo religens con el sentido de “escrupuloso en sus deberes religiosos”
o cosa análoga. Ello no quita que el procedimiento etimológico de Cicerón
corresponda a la misma estructura que el de las etimologías simbólicas[5],
frecuentes en todas las culturas tradicionales; por ejemplo las del tipo de “cadáver”
que se hace derivar de caro data
vermibus. No obstante, los lingüistas, para quienes tales
etimologías carecen de vigencia, aceptan la ciceroniana.
En
suma, la interpretación ciceroniana de religión
es la de una frecuentación de lo sagrado,
entendida romanamente con acentuación en el aspecto cultual. Las otras dos
interpretaciones mencionadas parecen menos viables lingüísticamente.
La etimología de
Lactancio[6],
aunque se presente como una corrección a la de Cicerón, es un típico ejemplo de
etimología simbólica:
“Por este vínculo
de devoción estamos sujetos y religados a Dios, de donde “religión” tomó su
nombre, y no, como interpretó Cicerón, de religendo.”
Sabido
es que esta interpretación de Lactancio gozó de máxima fortuna y en la idea de religión,
interpretada como sentimiento de “absoluta dependencia” por Schleiermacher,[7]
encontramos todavía un eco de ella.
La
de san Agustín, en cambio, es una etimología también netamente simbólica pero
con un tono quizá, o al menos en parte, más subjetivo;[8]
esta etimología no tuvo realmente eco. He aquí sus palabras:[9]
“A este [Dios]
eligiendo o, más bien, re-eligiendo, pues negligentes le habíamos perdido;
reeligiéndole, pues, -de donde, por lo demás, dicen que la religión fue así
llamada-, a Él con dilección nos volvemos…”
El
“dicen que la ‘religión’ fue así llamada”, aunque parece extraño porque la
interpretación, que es de san Agustín, remite probablemente a la ciceroniana, puesto
que -como a un buen gramático y retórico no podía escapársele- eligere, ‘elegir’, es un derivado del
mismo verbo legere del que Cicerón
tomó su religendo.[10]
Es
interesante, por lo demás, señalar que en el mismo texto Agustín vincula -al
gusto retórico florido de la época- términos etimológicamente emparentados ya
desde tiempos de la República romana[11]:
legere, de donde: re-ligere (Cicerón) / re-eligere
(Agustín), neg-ligere, dis(s)-ligere, es decir, todas ellas
contienen la idea de “juntar”. En un
sinóptico:
-
re-ligere (Cicerón): acción
de “hacer presente con asiduidad al pensamiento” (Cicerón);
-
re-eligere (Agustín): “tornar
a hacer presente” (reelegir);
-
neg-ligere: “no hacer
presente al pensamiento” (negligencia);
-
di(s)ligere: “hacer presente
descartando (dis-) todo otro objeto”,
“seleccionar algo como lo elegido del corazón” (amar)[12].
Así en Agustín la actitud religiosa padece las vicisitudes diversas de la
conciencia psicológica en su búsqueda de Dios, en concomitancia con las
vicisitudes de la conciencia ética.
No debemos
descuidar otra vertiente semántica de religio.
Se ha visto que religens (y también
religiosus) tiene un sentido de
“escrupulosidad religiosa”, que llevado a un extremo puede llegar a coincidir
con la deisidaimonía griega (“temor ‘exagerado’ a lo demoníaco o
numénico”, mediocremente traducido por lo común como “superstición”); por lo
demás, religio misma puede significar
“escrúpulo religioso” (en buen sentido) y, por otra parte, religiosus es un adjetivo que puede aplicarse a un acto sacralmente
negativo, con el sentido de “ominoso”, “maldito”, “impío”. Además, existe una
antigua etimología simbólica, que cita Graneris según la cual “se dice
‘religión’ a aquello que por un particular carácter sacro está apartado y
separado de nosotros, cual si se la llamara así por el acto de ‘dejar a un
lado’ (relinquendo), como por carecer
de culto público”.[13]
En suma, esta tercera variante se refiere al temor reverencial que suscita lo
sagrado (la “numinosidad” [14],
en terminología de Otto).[15]
Resumiendo, como
acertadamente lo formula Graneris,[16]
“Misterio, diligencia, ligamen” son las
tres llaves con que el pensamiento antiguo había procurado abrirse el camino
que introduce en el secreto de la conciencia religiosa, y las transmitió al
pensamiento moderno unidas, con artificios etimológicos, a la palabra religio”.
Estará claro que “misterio”
se refiere aquí estrictamente al “temor reverencial” de lo numinoso, y
“diligencia”, por un lado, a la asiduidad y escrupulosidad cultuales romanas y,
por otro, al amor anhelante del cristiano. En verdad, el aspecto “temor
reverencial” está presente dondequiera se manifieste lo sagrado y, por lo
tanto, no puede considerarse privativo de la religio latina. Diríamos más bien, para ceñir el contenido
semántico de esta palabra con términos lo más neutros posible, que en la religio tal como ha sido transmitida al
mundo occidental latino se destacan las notas de “elección” (Agustín),
“frecuentación” (Cicerón) y “religación” (Lactancio).
2.
Lenguas germánicas
Las lenguas
modernas del grupo latino recogieron la palabra religio sin más. En las del grupo germánico, ocurrió mayormente lo
mismo; así tenemos el inglés: religion,
el danés: religion, el alemán: Religion, el neerlandés: religie, el noruego: Religion, el sueco: religion. Empero, en alemán existe además Gottesdienst, “servicio divino”, para designar específicamente al culto
religioso.
3.
Lenguas eslavas
Más interesante es
lo que ocurre en el grupo eslavo. Se da la paradoja de que las lenguas más
estrechamente asociadas a la Iglesia Ortodoxa, el ruso y el búlgaro, junto con
la lengua polaca, de tradición católica, utilizan en común aunque con
pronunciación diferente el mismo término de origen latino: relígija. En cambio, el serbocroata que, como es sabido, por la
parte serbia corresponde a la Iglesia Ortodoxa y por la croata a la Católica,
utiliza dos términos equivalentes del eslavón o antiguo eslavo: vjera, que entraña las ideas de “fe”,
“fidelidad” y colateralmente “creencia”; y vjerozakon,
cuyo segundo elemento contiene las ideas de “creencia” y también de “ley”, por
lo que este compuesto se suele entender
como “la ley de la fe”.
Por su parte el
checo, en cuya región se conjugan lo protestante y lo católico, ha acuñado un
término propio, notablemente neutro con respecto a una u otra orientación
religiosa: ná-bož-enství, que viene a significar algo así como “lo
referente a Dios”, “el seguir a Dios” (fidelidad).[17]
Este compuesto derivado de una palabra base, buh (“dios”); se ha
formado de la siguiente manera:
- bůh es la palabra de base (“dios”), con las alternancias
corrientes ů (antiguo wo) / o, y h/ž (palatalización
posible de la glotal h ante e);
- ná-
(forma alternante de la básica na-)
es un prefijo de dirección;
- -ství es un sufijo común formante de abstractos; y
- -en-
es, probablemente, un sufijo vacío (alternante de un sufijo de unión -n-, con una -e- epentética desarrollada por la posición interconsonántica).
Tratando de
ceñirnos fenomenológicamente a lo que nos parece característico en la
concepción religiosa del hombre de Occidente, esta recorrida por la cristiandad
latina, germánica y eslava muestra para el concepto de “religión”, un espectro semántico que, ordenado
cronológicamente resultaría como
sigue, de acuerdo con sus rasgos conceptuales:
1.
Según
un punto de vista semántico estricto:
frecuentación – religación
– elección - fe/fidelidad – culto.
Pero esta elección
de criterios resulta por lo menos discutible y también podrían establecerse otros,
como por lo menos los dos siguientes:
2.
Según
un orden de afectividad creciente:
elección –
religación – fe/fidelidad - culto – frecuentación.
3.
Según
la realidad objetiva del culto:
culto –
frecuentación – elección – religación – fe/fidelidad (más adelante se
sistematizan tres ordenaciones más).
Sin
duda, esta última ordenación es la más controvertible, pues se ha partido de la
base evidente de que el “culto” es una realidad objetiva dada en todas las
tradiciones; la “frecuentación”, aunque con una mayor participación afectiva,
sigue siendo un acto fundamentalmente intelectual; la “elección” implica una
aun mayor participación afectiva, por lo menos tal como aparece en san Agustín;
la “religación” de Lactancio está impregnada de sentimiento y la “fe/fidelidad”
comporta un grado de afectividad máxima en la escala, por lo menos en cuanto
está asociada con la actitud de “fervor”.
Quizá
sea importante señalar que estamos tratando de ceñirnos fenomenológicamente a
lo que nos parece característico en la concepción religiosa del hombre de
Occidente, en cuanto se trate de un hombre efectivamente religioso; pues en
verdad los conceptos “elección” y “fe/fidelidad” son también, teórica y
prácticamente, interpretables en términos de la intelectualidad más pura.
4.
En el mundo griego
Es
curioso que en el mundo eslavo las designaciones griegas correspondientes a “religión”
no hayan dejado marca, excepto por la equivalencia del griego pístis con el paleoeslavo viera, aunque es de notar que pístis en el sentido de “fe religiosa”
es un término específicamente cristiano, paulino en adelante.
Aparte de pístis, otros términos griegos clásicos
se conservan en griego moderno con igual grafía, aunque con cambios en su
fonética. En griego la religión subjetiva se traduce mejor por eusébeia [pronunciada en el neogriego efsébia][18]
y la objetiva por thrêskéia
[pronunciada thriskía]. La primera se
refiere a la piedad religiosa o, más específicamente en el neogriego, a la
religiosidad; y la segunda al culto y al ritual, aunque en el neogriego se ha
hecho equivalente a “religión” a secas. En cambio, el neogriego no conserva el
griego clásico sebasmós, “objeto de
veneración” y secundariamente “culto”, en donde el radical seb- contiene la idea genérica de “temor reverencial” y
“sacralidad”, y da origen a una familia de palabras (ya homéricas) de ese
tenor. Seb- se atribuye a una raíz
indoeuropea *tyegw, que conlleva la idea de “retroceder con temor ante
algo”, aparentemente sin representante en latín. La eusébeia
viene a ser, pues, la “adecuada (eu-) actitud reverencial para con lo
divino”.
La thrêskéia, que en jónico es de la forma thrêskeíê parece que, a partir de una
raíz indoeuropea *dher-, tiene que
ver originaria pero remotamente con la idea de “firmeza”, “tener firme”, por
una parte en sentido físico (de ahí por ejemplo thrónos, “trono”) y, por la otra,
en sentido psicológico (“tener firmeza en la mente”)[19],
de donde según algunos autores derivaría la noción de “culto”, aunque esto nos
resulta poco convincente; de todos modos, aquí la investigación etimológica no
ayuda a nuestro propósito. No obstante, queda en pie que en el ámbito griego,
teniendo en cuenta el grecocristiano y el neogriego, el campo semántico
correspondiente al moderno término “religión” implica tres ámbitos:
4.
temor
reverencial - culto - fe/fidelidad.
Si comparamos esta
secuencia 4 con la 2 supra, vemos que el ámbito griego añade al campo semántico
general de la “religión” occidental solo la nota “temor reverencial”
(implícita, por lo demás, aunque no explícita, en el campo latino); de modo que
con este agregado se obtiene esta secuencia 5:
5.
referencia
- culto – frecuentación - elección - religación - temor reverencial -fe/fidelidad.
Se habrá
observado, sin embargo, que la nota “fe/fidelidad” en 2 y sus análogas
provenían del ámbito eslavo (paleoeslavo-serbocroata); y se ha dicho líneas
antes que esa nota es calco, en los eslavos, de la pístis grecocristiana. De modo que, dentro del campo semántico
unitario representado, en suma, por el concepto clásico y cristiano de “religión”,
pueden definirse los dos subcampos A y B siguientes, latino y griego,
respectivamente:
6. A: referencia - culto - frecuentación - elección – religación
B: culto -
- temor
reverencial - fe/fidelidad
en
los que la nota “culto” es el único término común.
Sin embargo, deben
destacarse dos puntos importantes:
-
en
última instancia, las notas explícitas de cada subcampo están implícitas en
el otro: la “religación” implica
“fe/fidelidad”; así como la “frecuentación” en sentido ciceroniano y la
“religación” misma en el sentido de Lactancio, implican “temor reverencial”;
-
aun
admitida una diferencia básica de matiz[20],
la mutua implicación antes
aludida y la conformación de una cultura
han hecho que la totalidad de las notas (la reunión de los conjuntos A y B)
configuren la idea común de ‘religión’ en Occidente, sin exclusión, empero, de
otras.
5.
Lenguas semíticas
Cuando
se pasa al ámbito semítico, los conceptos básicos cambian. Hay importantes
diferencias entre el hebreo casi protohistórico (lengua de una religión
coetánea de las mediterráneas extintas) y
el árabe (lengua de una religión recentísima): el hebreo clásico no tiene
término ninguno que designe “religión” (hecho que importa tener muy
presente), sino que posee solamente el término correspondiente al “culto”, ‘abôdâh (mantenido con igual valor en
neohebreo), equivalente al árabe ‘ibâdah,
“servicio de Dios”, ambos de una raíz ‘bd
que, como el latín colere [kólere], “cultivar, cuidar, labrar”, de donde proviene cultus, encierra los conceptos generales
de “culto” y “cultivo”, pero además, centralmente, el de “servir”.[21]
El
hebreo clásico cuenta también con un término para la religión subjetiva o
piedad emocional,’emûnâh,
correspondiente al árabe ’i’mân, de igual sentido, ambos de la raíz ’mn, que encierra los conceptos generales de “firmeza, confianza,
fidelidad, fe”.[22]
El árabe islámico, en cambio, tiene para designar específicamente la “religión”
el término dîn, de una raíz d’n, cuya idea central es la de
“retribución consecuente a una obligación”, idea que traduce muy bien el
espíritu de la religión islámica. Esto se ve muy claro en la designación del
Día del Juicio: Yaum ad-Dîn,
expresión que carecería de sentido de traducirse “día de la religión”, pero sí
lo tiene diciendo “día de la retribución”. (Naturalmente, la mayoría de los
pueblos de influjo islámico, recogen el término dîn, como por ejemplo el persa
y el turco din; e incluso se
observa en lenguas africanas de poblaciones islamizadas, como por ejemplo ki-swahili dini, kanuri adin,
etc.).
Por otra parte, el
neohebreo ha sobresemantizado el antiguo término bíblico dat, “decreto” (especialmente “regio”), “ley”, y secundariamente
“juicio”, “castigo”, dándole el valor genérico de “religión”.
En hebreo existe igualmente dîn, circunscripto a un sentido más
jurídico que en árabe; en hebreo clásico dîn
es “juicio, proceso, sentencia”, como en neohebreo, solo que en este caso
reducido al juicio de un tribunal religioso.
Por lo demás, supuesta una raíz
hebrea *d’n coincidente con la árabe,
no está excluido que dât proceda de
la misma; es decir, que sea un término de la misma familia que el dîn árabe y hebreo, pues ante el sufijo
femenino -t, en hebreo la -n caería necesariamente: *d’n.t > * d’.t; el próximo paso, la pérdida de álef (’) protosemítico para o intervocálico
es fenómeno existente en hebreo,[23]
de modo que la subsecuente evolución *d’.t > *d.t (dât) no tendría nada de
anómalo.
Por otra parte y quizá de modo más convincente, el
parentesco entre el árabe-hebreo dîn y
el hebreo dât se establecería más
directamente si se admitieran como básicas las raíces bilíteras: se trataría
entonces de una única raíz originaria *dn
y no ya d’n.[24]
6.
Lenguas de la India
En el
hinduismo tenemos dharma, derivada de una raíz verbal sánscrita dhr-, “portar”, “soportar”, “sostener”, “mantener”; más arriba, en
el punto 4, se ha visto su forma indoeuropea reconstruida *dher- en relación con thrêskéia.
Esa raíz da origen a una vasta familia sánscrita[25]
de sentidos próximos al radical. Por lo menos en la mayoría de las lenguas
indoarias de la India el término se ha conservado para designar el concepto
actual de “religión”; así en marâthî, gujrâtî, y otras.[26]
Es interesante notar que, en cambio, con
la idea de “culto” no se ha mantenido la misma coherencia; así, el marâthî ha usado
el término clásico pûjâ, que designa
objetivamente el sacrificio, el “rito sacrificial” por excelencia; mientras que
el gujrâtî ha adoptado el término clásico bhakti
que denota más bien una actitud religiosa subjetiva, es decir, devocional.
En
el budismo, dharma (pâli dhamma), sin perder las denotaciones
básicas hindúes, ha asumido, entre otras, la de “ley” o “doctrina” del Buddha,
es decir, “ley o doctrina de la Liberación”. El desarrollo a partir del dharma hindú es natural y patente, pero
con ello, en cierto modo, se ha pasado de una connotación cosmológica a otra
institucional sobreagregada. El tránsito es tanto más fácil de entenderse en cuanto
que el dharma hindú implica una
connotación secundaria institucional, en la medida en que incluye la norma que
rige las castas.
7.
En lengua tibetana
El tibetano cos[27] traduce el sánscrito dharma, con el sentido búdico de “doctrina (sagrada)”, y por lo
tanto (según la mantenida denotación originaria hindú) de “norma”.
Dejando aparte lo relacionado
con el “culto”, la idea de “religión” en tanto “doctrina” y “norma” se designa con
cos o con cos-lugs y en tanto “tradición” con cos-rgud.
Sobre los compuestos cos-rgud,
cos-lugs interesa quizá agregar que
casi seguramente la misma raíz aparece en el término m.cod, que en su forma m.cod-pa
traduce el sánscrito pûjâ, “rito
sacrificial”,[28]
y que en general reúne las ideas de “veneración”, lo que en última instancia
contiene de suyo la idea de “temor reverencial”. Admitido que así sea, se da el
interesante caso de que una misma raíz se desdobla, por un lado, en el concepto
de religión como doctrina y norma, y por el otro en el de religión como culto.
8. El extremo-oriente
En el ámbito extremo-oriental ocurre cosa análoga. El
término básico es chino: zöngjiâo.[29]
Jiào denota “doctrina” o, secundariamente, sobre todo en japonés, “norma”;
el peso de la expresión recae sobre zöng,
“antepasados”, “familia”, “clase”, “escuela, doctrina”; empero la idea
central es la de “antepasados” cuyo símbolo está formado por otros dos, ambos
ideográficos: uno, que se lee mién,
representa una “techumbre” y contiene la idea de “casa”; mién se superpone al otro, que leído shì significa originariamente “ritos”[30], o leído qí significa “espíritus”; de manera que,
sintetizando, zöng significa
ideográfica y etimológicamente “casa de los antepasados”.
Por lo demás, la interpretación tradicional del ideograma
shì o qí, que escandaliza a Karlgren[31] es la de “cielo” (las dos
rayas horizontales superiores) con los “astros” (los tres rasgos verticales
inferiores); no puede menos que acudir a la mente la etimología de templum, que al menos en una de las
interpretaciones ve en él originariamente, las cuatro zonas o cuadrantes del
cielo determinadas por la vara del augur.[32]
En japonés, por
lo menos a tenor de los diccionarios del uso actual, el carácter leído shû (el mismo que en chino se lee zöng) solo conservó la aceptación
secundaria de “doctrina” aunque, seguramente como residuo de los orígenes
sínicos, ha adoptado la denotación de “honrar”, “venerar”.
9.
la cultura egipcia
El egipcio tiene numerosos términos para referirse a diversos
tipos de ofrendas. Para “rito en general”, destacamos dos: hrj.t[33], relacionado quizá con hr.t, “lo perteneciente a alguien”; y hb.t, relacionado seguramente con la
raíz hb, que implica la idea de
“festividad”, tanto en sentido jubiloso como solemne.
También tiene otros dos
términos neutros con respecto a lo religioso o, dicho de otro modo mejor, que no
son específicamente religiosos: uno es sb’(w),
“doctrina”, “enseñanza”,[34] que no deja de ser
tentador aunque incierto, pues se lo hace relacionar con idea de “claridad”, ya
que sb’ es también “estrella”, y está
puesto en conexión por Erman
con el árabe shabbah,
“resplandecer”, aparte de que existe un verbo egipcio sb’.q, “hacer claro”.[35] El otro quizá sea jrw[36]
con un sentido próximo al de “norma” y posiblemente relacionado con jrj, “hacer”. Entre otras cosas, jrw significa “lo que ha de hacerse”,
“el deber” y, según Lambert, también “rito”.
10. En acadio
En el ámbito
acadio (asirio-babilonio), el término pilludu
significa “reglas religiosas”, es decir, responde al sentido de “norma
sagrada”; mientras que parsu con la misma
idea de “regla”, parece apuntar más específicamente a “rito”.[37] Las vinculaciones
etimológicas que pudieran buscarse con otras lenguas semíticas son enteramente
azarosas.
11. El avéstico
Al avéstico tkaêsa, con el sentido de “doctrina”,
aplicada a la de Zarathustra, no se le conoce fundadamente ninguna conexión
etimológica[38];
por otro lado, tampoco tiene correspondencia en el antiguo persa.[39]
12. En la cultura azteca
En azteca clásico, tla-teo-toquil-iztli[40], es el término correspondiente a la idea de
“culto”; descomponible del siguiente modo:
-
tla-
(partícula de sentido vario y a nuestro parecer algo oscuro, quizá de
transitividad),
-
teotl-, “dios(es)”,
-
toquil(ia)-, “seguir”, “servir”, y
-
(l)iztli-¸ sufijo formador de nombres deverbativos de acción, de
donde el conjunto vendría a significar “el servir a los dioses”.
Reuniendo las ideas en torno del concepto de religión
Términos que en distintas lenguas hacen referencia a la
idea de “religión”:
1. En el ámbito latino: (p. 4)
religio ß religere
(Cicerón): “frecuentación de lo sagrado”, con acento en lo cultual;
(p. 4)
ß religare
(Lactancio): “vínculo de devoción por el que estamos religados a Dios; (p.
4)
ß religere (san Agustín): “a Éste (Dios) con devoción
nos volvemos,
reeligiéndole”; (p.4)
ß religens /religiosus: “escrupulosidad (religiosa)”.
(p.6)
En este ámbito latino, el significado de “religión”se resume en este
párrafo de Graneris:
“misterio, diligencia, ligamen” son las tres
llaves con que el pensamiento antiguo había procurado abrirse el camino que
introduce en el secreto de la conciencia religiosa, y las transmitió al
pensamiento moderno unidas, con artificios etimológicos, a la palabra religio”. (p. 7)
Donde “misterio” es “temor reverencial” de lo numinoso y “diligencia”
es, por un lado, referencia a la asiduidad y escrupulosidad cultual romana, y
por el otro, al amor anhelante del cristiano.
En la religio, tal como ha
sido transmitida al mundo occidental latino se destacan las notas de “elección”
(Agustín), “frecuentación” (Cicerón) y “religación” (Lactancio)
2.
Lenguas germánicas: (p.7)
Adoptaron una forma derivada de religio:
-
inglés: religión
-
danés: religión
-
alemán: Religion
(el alemán también cuenta con Gottesdienst,
“servicio divino”, para designar específicamente a “culto”);
-
holandés: religie
-
3.
Lenguas eslavas: (p. 7)
-
lenguas asociadas
a la Iglesia Ortodoxa (ruso y búlgaro) más la polaca (de tradición católica): reigija (pronunciada de modo diferente
según la lengua de uso);
-
lenguas de Serbia
(iglesia ortodoxa) y de Croacia (iglesia católica): utilizan dos términos
equivalentes del eslavón (antiguo eslavo):
vjera: “fe”, “fidelidad”, “creencia”
vjerozakon: el segundo elemento significa “creencia”, “ley”; luego, la palabra vjerozakon viene a significar “la ley de
la fe”;
-
en la región
checa, en que se conjugan lo protestante y lo católico, se ha acuñado un
término propio, notablemente neutro:
nábozenství: “lo referente a Dios”, “el seguir a Dios”, “fidelidad”.
Resumen puntos 1-3. (p. 8) Esta recorrida por la cristiandad latina,
germánica y eslava nos muestra que el concepto de “religión” se ha vinculado
con el siguiente conjunto de rasgos
semánticos:
frecuentación - religación - elección - fe/fidelidad – culto.
4.
En el mundo
griego: (p. 8)
-
eusébeia [pronunciada
efsébeia, en el neogriego]; usada
para referirse a la religión subjetiva, la piedad religiosa o (en el neogriego,
específicamente) a la religiosidad;
-
sebasmós: del
griego clásico, no conservada en el neogriego: “objeto de veneración” y,
secundariamente, “culto”. La raíz seb contiene
la idea genérica de “temor reverencial” y “sacralidad”. Se atribuye a una raíz
indoeuropea *tyegw, que conlleva la
idea “retroceder con temor ante algo” (aparentemente sin equivalente latino);
-
thrêskéia, la religión objetiva: el culto y el ritual (en el neogriego, equivale a
“religión”, a secas);
-
thrêskéia (en
jónico, thrêskeiê) es la palabra de
la koiné: relacionada con la idea de “firmeza”, física (thrónos) y psicológica (“firmeza mental”)
El
ámbito griego agrega al campo semántico general (puntos 1-3-, supra) la idea de
“temor reverencial”.
5.
Lenguas semíticas: (p. 10)
En el ámbito
semítico: importantes diferencias entre el hebreo (casi protohistórico, lengua
de una religión coetánea de las mediterráneas extintas) y el árabe (lengua de
una religión reciente):
Hebreo clásico: no tiene un término para designar específicamente a
“religión”, sí para el culto:
-
‘adôbâh, culto”,
mantenido en neohebreo con el mismo valor;
-
ídem al árabe: ‘ibâdah, “servicio de Dios”;
ambos de una raíz ‘bd: “culto, “cultivo” y también
“servir”.
Hebreo clásico: tiene un término para designar la religión subjetiva:
(p.7)
-
‘emûnâh: “piedad
devocional”;
correspondiente
al árabe, de igual sentido:
-
‘i’mân
ambos de la raíz ‘mn:
“firmeza, confianza, seguridad, fidelidad, fe”.
El
árabe islámico tiene un término para designar específicamente “religión”:
-
dîn ß raíz d’n:
“retribución consecuente a una obligación”, que también se da en hebreo, aunque
con un sentido más jurídico: “juicio, proceso, sentencia”, reducido en
neohebreo a acto correspondiente a un “tribunal religioso”
El neohebreo ha tomado
el término bíblico:
-
dat: “decreto, ley,
juicio” y le ha dado el valor genérico de “religión”.
6. Lenguas de la India: (p.11)
En el hinduismo:
-
dharma:
“religión”, en el sentido actual, en la mayoría de lenguas indoarias de la
India, p. e. en marâthî, gujrâtî, y otras.
Forma derivada de la raíz sánscrita dhr-: “portar”, “soportar”, “sostener”,
“mantener”.
No existe la misma coherencia general para la idea de
“culto”:
-
pûjâ: “el rito
sacrificial” objetivamente, en marâthî;
-
bhakti: actitud
religiosa subjetiva, devocional, en gujrâtî.
En el budismo:
-
dharma (pâli damma): al sentido hindú de base, ha
sumado la idea de “ley” o “doctrina” del Buddha”, esto es, “ley o doctrina de
la Liberación”.
El significado de dharma
en el budismo a partir del sentido
del dharma hindú está facilitado
porque en hindú una de sus connotaciones
tiene que ver con las normas (“ley”) que rige las castas.
7. En lengua tibetana: (p. 11)
-
cos: “norma”,
“religión”; equivale al dharma hindú
en su sentido de “doctrina sagrada”. Se da el caso curioso del desdoblamiento
de una misma raíz para formar dos compuestos complementarios:
o cos o cos-lugs:
“doctrina” y “norma”;
o cos-rgud: “tradición”.
8. El extremo-oriente: (p.
12)
-
zongjiào, término básico para el extremo oriente tomado del chino, donde:
o jiào: “doctrina” y, secundariamente, “norma”;
o zong: “antepasados”, y secundariamente “familia”, “clase”,
“escuela”. Su ideograma está formado por otros dos:
§ -mièn: una
techumbre cuya idea es “casa”, superpuesto al otro:
§ - qi: “espíritus”
o shì, “ritos”, según entonación.
Luego:
o zong es “casa de los antepasados”, y
o zongjiào: “doctrina / ritos”de la casa de los antepasados”;
-
en japonés: shû (el mismo que en chino se lee zong): “doctrina” y, secundariamente,
“honrar”, “venerar”.
9. La cultura egipcia: (p. 12)
En el ámbito egipcio: numerosos términos según los diversos tipos
de ofrendas, por ejemplo:
-
hrj.t: “rito” en
general;
pero también otros términos que no son específicamente religiosos, por
ejemplo:
-sb’(w):
“doctrina”, “enseñanza”, concepto relacionado con la idea de “claridad” ya que en
egipcio, existen:
- sb´: “estrella”
- sb´.q:
“hacer claro”
10. En acadio (asirio-babilonio): (p. 13)
-
pilludu: “reglas
religiosas”, “norma sagrada”
-
parsu: “regla”,
“rito”.
11. El avéstico: (p. 13)
-
tkaêsa:
“doctrina” de Zarathustra; no tiene correspondencia con el antiguo persa.
12. En la cultura azteca: (p. 13)
-tla-teo-toquil-iztli: “culto”; término descomponible en:
-tla: partícula de sentido diverso;
- teotl- :
“dios(es)”;
- toquil(ia):
“seguir”, “servir”;
- (l)iztli: partícula de
nombres deverbativos de acción: “servir a los dioses”.
Pues bien, este recorrido es el cumplimiento, siempre ampliable, del
sentido del presente trabajo, enunciado con transparencia por su autor:
examinar el contenido semántico de los términos que en
diversas lenguas designan aquello que … entienden por ‘religión’.
D. T.
ÍNDICE
Presentación 2
El concepto de “religión” 4
1.
En el ámbito
latino 4
2.
Lenguas germánicas 7
3.
Lenguas eslavas 7
4.
El ámbito griego 8
5.
Lenguas semíticas 10
6.
Lenguas de la
India 11
7.
En lengua tibetana 11
8.
El extremo-oriente 12
9.
La cultura egipcia 12
10. En acadio 13
11. El avéstico 13
12. En la cultura azteca 13
Reuniendo las ideas en torno del concepto de
“religión” 14
[1] Los
agregados entre corchetes corresponden a la lectura del texto. Es decir, religere debe leerse “relíguere”.
[2] Para este y
casos siguientes, el asterisco que precede a una palabra o a una parte de ella,
indica que dicha forma es hipotética, es decir, aunque la vinculación está
fundamentada no se cuenta con una documentación fehaciente de ello.
[3] Cf.
Walde-Hofmann, Latein. etym. Wörterbuch, 1938, t. I,
s.v. diligo.
[4] Cicerón, De natura deorum, II, 28: “Qui autem
omnia quae ad cultum deorum pertinerent, diligenter retractarent et tamquam
religerent, sunt dicti religiosi, ex relegendo”.
[5] Usamos la denominación etimología simbólica y no, como es
habitual entre los lingüistas, “etimología popular”, que se da a veces por una
mera confusión, como en los ejemplos citados por Vendryes en El lenguaje (parte III, cap. I, 8, pág.
27 de la traducción española, México, Uteha, 1958): “contradanza” derivada de “country-dance”
(“danza campestre”), etc. Pero es muy distinto el caso en que existe la
intención de derivar un término de otro, según es común en todas las
civilizaciones tradicionales, cuando dicha derivación no es puramente
etimológico-lingüística sino doctrinal. Así no son etimologías populares sino
simbólicas: 1 la interpretación órfica sôma
(“cuerpo”) = sêma (“señal”, “tumba);
2. las demás etimologías recogidas e
introducidas por Platón en el Crátilo,
passim, independientemente de la actitud que se le atribuya a Platón acerca de
ellas; 3 la que propone Nicolás de Cusa, siguiendo en parte a Platón, cuando
deriva theós, de “theoro” (sic), como
“ver y correr simultáneamente”; 4. la bajo-latina o medieval cadáver como derivada de caro
data vermibus (“carne dada a los gusanos”) -que por lo demás
es un buen ejemplo de la inclinación moralizante de las etimologías simbólicas
romano-cristianas; 5. las interpretaciones
de vocablos que son una nota característica de la ciencia del nirukta hindú.
Las
conexiones entre etimologías simbólicas y etimologías lingüísticas es, por
razones que aquí no podemos entrar, más complicada de lo que suele creerse.
[6] Lact., Div. Inst., 4.28: “Hoc
vinculo pietatis adstricti Deo et religati sumus, unde religio nomen accepit,
non ut Cicero interpretatus est, a religendo”.
[7] Schleiermacher,
Friedrich; teólogo, filólogo y filósofo alemán (1768-1834).
[8] Si bien en el texto de que se
trata, san Agustín retrasa la historia teológica de la humanidad, que tras
desconocer al Dios verdadero se desvía de él en los meandros del ‘paganismo’,
empero no puede desconocerse que retrasa así también la propia “historia
teológica” de su vida, tal como se manifiesta en las Confesiones, con cuyo estilo apasionado el pasaje de referencia
tiene claro parentesco. Esto no obsta en nada a la eventual objetividad de su
filosofía de la historia, pero en cambio contribuye a destacar el alto grado de
afectividad que impregna el concepto cristiano-romano de “religión”.
[9] Ag., Civ.
dei., III, 3 (o 4): “Hunc [Deum
seu Dominum] eligentes vel potius religentes, amiseramus enim negligentes, hunc
ergo religentes, unde et religio dicta perhibetur, ad Eum dilectione tendimus…”
[10] Cf. Walde-Hoffmann, Lat. etym. Wört. loc. cit.
[11] Son precisamente los mismos
términos que asocia Walde-Hoffman, cit.,
para justificar la etimología ciceroniana.
[12] La etimología de diligere, “amar”, como forma derivada de
dis + legere, pertenece a la lingüística moderna.
[13] Macrobius, Saturnalia, III.3: “Servus Sulpicius religionum esse dictam
tradidit, quae propter sanctitatem aliquam remota ac seposita a nobis sit,
quasi a relinquendo dicta, ut a carendo caeremonia”; cit. en Graneris, 1946, p.
55, quien lo asocia, creemos que con razón, a eventuales cultos mistéricos
romanos arcaicos.
[14] Otto,
Rudolph; Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de
Dios¸ Alianza editorial, Madrid, 1980,
cap. 2 (y ss.), “Lo numinoso”. (N. del E.).
[15] Una observación un tanto aparte, al modo de una
digresión: pese a la evidente aproximación semántica “juntar (recoger) /
ligar”, la lingüística no reconoce para ligare
ni, naturalmente, para su compuesto
re-ligare, relación etimológica alguna con legere; en efecto, ligare
se hace remontar a una raíz indoeuropea *leig-
cuyo único sentido central es precisamente “ligar”.
Naturalmente,
no es posible, o por lo menos no es fácil, establecer el parentesco etimológico
eventual entre raíces cuyo desarrollo en las lenguas protohistóricas o
históricas las ha mantenido sin contacto; la tentación de hacerlo (como en el
caso de *leg- y *leig-) es peligrosa, pues conduciría a hipótesis incontrolables a
menos que se descubra un criterio más objetivo que la simple aproximación
semántica; en todo caso, es interesante notar que aun Juret,[15]que
ha intentado establecer un criterio de ese género, mantiene ambas raíces (o las
formas más simples correspondientes que propone) estrictamente separadas.
(Juret, Les idées et les mots, París,
Vrin, 1960. La consulta de este breve trabajo se dificulta notablemente por la carencia de
índices analíticos. Cf. R[acine] lik-,
rik- (p.46); R. rk-, lk- (p. 41).
[16] Graneris,
1946, p. 61.
[17] Cabe conjeturar que, cuando se
acuñó el término checo nábozenství, la
“referencia” trataba en realidad de ser un calco de la “religación” tradicional
cristiana, con todo su peso afectivo.
[18] Con respecto a la transcripción
del neogriego, debe especificarse que la [b] tiene un valor fricativo y que
[th] representa el sonido de la /z/ castellana.
[19] Hofmann, Etym. Wörterbuch des Griechischen, 1966, s. v. thrânos.
[20] Esta diferencia básica parecería
reducirse a que, en el ámbito griego clásico, la religión se ve sustancialmente
como temor reverencial y culto, a lo que el griego cristiano añade la idea de
fe/fidelidad; mientras que en el ámbito latino la religión se ve
sustancialmente como culto y escrupulosidad cultual, a lo que el latín
cristiano agrega la idea de religación y elección. No deja de parecer
compensatorio que sobre la base común de lo cultual, la cultura occidental clásica
griega, de tendencia más teorética, insista en el elemento extrarracional de lo
numinoso; y que la romana, de tendencia más empírica, acentúe el elemento teorético
de la reflexión sobre el culto.
[21] Cf. los
numerosos apellidos árabes que empiezan con ‘Abd,
“servidor”, como por ejemplo ‘Abdallâh,
“servidor de Dios”, ‘Abd-ar-Rahmân, “servidor
del misericordioso”, etc.
[22] Hay en
parte coincidencia con el griego pístis
y con el latín fides: ambos proceden
de una raíz común indoeuropea con el sentido general de “fidelidad, confianza”,
pero sin las connotaciones semíticas de “seguridad, firmeza” sino, quizá, en
todo caso, con una lejana y secundaria connotación de “coerción”.
[23]Cf. Brockelmann, Grundiss d. vergl. Gramm. d. semit. Sprachen,
I, párr. 50 a-f, (p.142, reed. 1961), y las breves Lezioni di lingüistica semitica, de S. Moscati, 1960, p. 66-67.
[24] Cf. el breve
ensayo de Carra de Vaux, 1919, Table des
racines sémitiques, párr. 54, p. 66 de la segunda edición de 1944.
[25] Mayrhofer, Kurzgefasstes etym. Wört. d. Altindischen / A concise etym. Sanskrit
Dict., II, 1963, s.v. y remisiones.
[26] Útil para seguir el destino del
léxico sánscrito en las lenguas indoarias modernas es Turner, A comparative Dict. of the Indo-Aryan
Languages, Oxford, 11 fasc., 1962-66 (aún por publicarse el fascículo 12 e
índices). [Para el valor temporal de ese “aún”, téngase en cuenta que este
trabajo fue escrito hacia fs. de los 60 y ps. de los 70].
[27] Jäschke, A
Tibetan-English Dictionary, 1881; reed. N. York, 1965, s. vv. cos (p. 163), mcod-pa (p. 166), lugs (p.
548).
[28] Contra lo usual, hemos separado
aquí con un punto la letra prefijal. Al menos en la pronunciación
históricamente registrada, tales elementos son mudos y, hasta donde sabemos, no
se ha dado de ellos interpretación morfológica o semántica, lo que obsta al
análisis etimológico.
[29] Para el
lector habituado al sistema de transcripción Wade u otros (por ejemplo, los
franceses) damos aquí las equivalencias entre romanizaciones. La que hemos
adoptado en este caso, es la de más reciente uso en la República Popular China
que, si bien es más engañosa que otras en cuanto al valor dado a las letras
latinas, resulta más cómoda en muchos sentidos:
1
2 4
zöng, tsung, tsöng; mién, mien, miên; shì, shih, ché;
4 2
jiào, chiao, kiào; qí, ch’i, k’î;
[30] Para los datos referentes al
término zöng, cf. Karlgren, Analytical Dict. of Chinese and Sino-japanese, París, 1923;
caracteres 1114, 623, 882. La reconstitución de las formas fónicas del chino
arcaico no tiene hasta ahora ningún interés etimológico-semántico.
[31] Karlgren, cit., p. 260, car. 882, acompaña con un signo de admiración la
interpretación tradicional, considerándola errónea, según el criterio que
explica en pp. 2-3-, pero sin proponer otra.
[32] Para las diversas etimologías
Walde-Hofmann, Latein. etym. Wört., cit., s.v. La interpretación indicada
aquí es la más generalizada y, por ejemplo, ha servido a Imbelloni para dar
nombre a la etapa del pensamiento protohistórico, que llama precisamente
“templaria” (cf. Imbelloni, “El ‘Génesis’ de los pueblos protohistóricos de
América”, 5ª. ed., en Boletín de la
Academia Argentina de Letras, X, 38, Buenos Aires, abril-junio de 1942, pp.
329 ss.; en particular pp. 422-26.)
[33] Registrado en Lambert, Lexique hiéroglyphique, París, 1925,
s.v. hry.t, p. 158. Sin embargo, un
término de la misma forma (ibid.,
p.159; Erman-Grapow, Aegyptisches
Handwörterbuch (1921, reed. 1961, s.v. hrj.t,
p. 131) significa “matanza”, “animal destinado al sacrificio”, en relación con
la raíz verbal hr, “caer”,
“derribar”, de donde además hrw,
“enemigo”. De ello se desprende que el término también puede ser referido a las
víctimas del sacrificio cultual.
[34] Un término sinónimo o
semisinónimo, de la misma raíz, es el que aparece en el encabezamiento de las
célebres máximas de Amenemope: h’tj n
sb’j.t n ‘nh; literalmente: “comienzo de (la) enseñanza (o doctrina) para
(la) vida.” (Lange, Das Weisheitsbuch des
Amenemope… herausgegeben u. erklärt, Copenhague, 1925). El hecho de que la
grafía jeroglífica utilice como integrante de la palabra una estrella (según el
otro significado de sb’) podría
tomarse como indicio de la mencionada relación etimológica con “claridad”, pero
solo como indicio muy débil, en virtud de las peculiaridades de la
ideofonografía egipcia.
[35] Erman-Grapow, cit.
[36] Erman-Grapow, cit, s.v. irw, p. 16;
Lambert, cit., s.v. yrw, p. 434. De los términos mencionados,
solo se registran en los “Textos de las pirámides” (cf. Speleers, Traduction, index et vocabulaire des Textes
de Pyramides égyptiennes, Bruselas, ca. 1935): jrw (T:P: 1191), que Speleers traduce como “deber”, pero que quizá
más pertinentemente pueda interpretarse como los ritos que el rey cumple para
obtener el pasaje al otro lado; y hb (T.P.
268 y passim) con el sentido de “festividad”, “fiesta sagrada”.
[37]Labat, Manuel d´epigraphie akkadienne, 1959, caracteres 295 a, 295 b.
[38] Así Pisani, Crestomazia indoeuropea, 1947, p. 172, registra el término sin
remitirlo al glosario etimológico.
[39] En efecto, ningún término
etimológicamente relacionable con el citado avéstico se registra en Kent, Old Persian. Grammar, texts, lexicon,
New Haven, reimpr. 1961 de la 2ª. edición de 1953.
[40] Schoembs, Aztekische Schriftsprache, Heidelberg, 1949, léxico, s.v. (p.
195).